Mayo 10 de 2023 – Publicado en La República
En la conversación energética hay una confusión recurrente: creer que energía es sinónimo de electricidad. Se confunden olvidando que la energía como recurso tiene muchos usos finales, y que la electricidad es uno de ellos; según la Agencia Internacional de Energía, esta última representa el 20% del consumo final de la energía global.
Imaginemos un iceberg del cual solo vemos la punta (electricidad), y lo que está sumergido debajo del agua son los usos de la transformación de diferentes energéticos: transporte, cocina, fertilizantes, manufactura, uso de petroquímicos, entre otros. La sociedad desconoce que estas actividades son intensivas en uso de distintas fuentes de energía.
Esta precisión es una buena base para entrar en la conversación y abordar de una manera más profunda la transición energética. Entonces cuando hablamos de matriz eléctrica, nos referimos a las fuentes utilizadas para generar electricidad y de la energética, a las fuentes primarias que tienen como destino final impulsar distintas actividades de la sociedad.
A nivel global, el foco ha sido el cambio de la matriz eléctrica a renovables, reemplazando principalmente el carbón y el petróleo por producción de energía eólica o solar para generar energía limpia. A través de organizaciones de gobernanza internacional, esta agenda se ha promovido a nivel mundial, siendo adoptada por todo tipo de países.
Si bien lo anterior es importante y es imperativo que los gobiernos faciliten el desarrollo de proyectos de energías renovables, en Colombia el enfoque de la transición energética no debe centrarse en su matriz eléctrica cuando el país tiene la sexta matriz más limpia del mundo (fuente: Acolgen).
En cuanto a la matriz energética colombiana, según Asoenergía, esta está compuesta así: 46% de petróleo y derivados, 17% de electricidad, 16% de gas natural, 7% de carbón y 14% de biomasa y leña. El sector que más consume energía es transporte (44%), seguido por el industrial (28%) y el residencial (19%).
A diferencia de otros países, el gran reto de la transición en Colombia está en el sector transporte, sin decir que se deben descuidar los esfuerzos en promover más energías renovables, el país debe establecer un plan de trabajo más eficaz en la búsqueda de alternativas eficientes para la descarbonización de este sector.
Aterrizar la discusión sobre transición a la realidad nacional debe ser un enfoque de quienes tienen la responsabilidad de estructurar la política pública, si bien el sistema energético mundial tiene un gran reto en la descarbonización de la matriz eléctrica, para un país como el nuestro, que ya posee una matriz limpia, la aproximación debe ser distinta.
No debe dejarse tampoco por fuera la variable de si Colombia emprende un proceso de industrialización, pues esto conlleva a un aumento de la demanda de electricidad y de energéticos, complicando aún más la fórmula de la transición.
La conversación energética es compleja y a veces confusa, por eso los tomadores de decisión deben preocuparse por entender conceptos, diferencias y evitar caer en generalizaciones, pues abordar de la manera correcta la transición hará la diferencia, no solo para Colombia, sino también de manera concreta para el mundo.
Carolina Rojas Gómez
Estudiante del Executive Master of Management in Energy
BI Norwegian Business School